El 7 de febrero de 2015, va para algo más de 5 años, inicié
este blog con intención de contar algunas de las historias curiosas, a veces
divertidas y otras no tanto, que ocurren en mi trabajo. También expresaba mi
deseo de contar alguna cosa personal como podía ser la evolución de mis
dientes, que iniciaban su forzada migración mediante una ortodoncia a la par
que comenzaban las aventuras laborales en el blog.
De mi trabajo he contado historias antiguas y alguna
reciente pero últimamente escasean las intervenciones interesantes. O mejor
dicho: haberlas, haylas, como las meigas, pero no dan juego suficiente para
contarlas. Esa escasez de intervenciones, unida a mis nuevas aficiones sonoras
(de las que posiblemente os hablaré en algún momento) que me ocupan mucho
tiempo, hace que tenga el blog un poco abandonado.
Pero regresemos a mis dientes, que son el motivo de esta
entrada. La comentada ortodoncia se alargó en el tiempo bastante más de lo
deseado. Hasta el punto de quitarme las ganas de escribir sobre ello. Pero ha
llegado el SARS-CoV-2, más conocido como COVID-19 (a los más viejos nos
recuerda el nombre a la mascota de los Juegos Olímpicos del ‘92) que nos ha traído un
tiempo de confinamiento, tiempo de aburrimiento, que hay que aprovechar de
alguna manera. Algunos ordenan trasteros, limpian cocinas, descubren cosas
olvidadas en los armarios, encuentran objetos perdidos en tiempos y lugares
remotos de sus casas... y yo escribo después de mucho tiempo.
La estética de mis dientes nunca me había importado. Los he
visto peores. Pero con la edad se empezaron a mover y a causar algún problema
que había que corregir antes de que la cosa fuera a mayores. Elegí un tipo de
ortodoncia relativamente nuevo hace 5 años, que es el de usar fundas plásticas
en vez de alambres pegados a los dientes. Obviaré la marca comercial por no
hacer propaganda (buena o mala, queda al criterio de los lectores) y porque
supongo que actualmente hay más marcas que tendrán las mismas virtudes y
defectos.
Por si alguno no conoce el sistema, diré que consiste en
fundas de plástico que se colocan en los dientes y que van forzando el
desplazamiento predeterminado de las piezas. Cada 7-15 días se cambian y los
dientes se van recolocando. O no, que esta es la cuestión más importante.
Estado inicial de mi piñonera |
Primeras fundas a encajar |
El primer sufrimiento vino a la hora de hacer los moldes. La
boca abierta como la puerta grande de una plaza de toros y los dientes metidos
en recipientes llenos de silicona o algo parecido. Y como tengo el reflejo del
vómito muy sensible empezaron las arcadas, tan fuertes que pensé que me volvía del
revés como un guante en un espectáculo pocas veces visto según me confesó una
de las chicas de la clínica. La experiencia no puedo calificarla precisamente
como agradable. Los moldes supuestamente iban a los EEUU y en un par de semanas
estaban las fundas preparadas. 30 fundas que me iban a dar para unos 15 meses.
Genial.
Primer molde |
15 meses en los que se acabó tomar pinchos o comer entre horas porque para comer cualquier cosa hay que lavarse las manos, quitar las fundas,
lavarlas y guardarlas en su caja (no te la olvides en casa), comer, lavarse los
dientes (no te olvides el cepillo en casa) y ponérselas otra vez. Durante el
primer mes sin picoteo perdí 2 kilos. Más que ortodoncia parecía un sistema de
adelgazamiento. Primer peaje.
No me he sacado la cara en la foto porque estaba sin afeitar |
Empecé bien. No eran incómodas ni dolían. Solo apretaban
como un calzoncillo 3 tallas menor, con todo lo que ello implica. Dos o tres
días de tensión y luego, con los dientes colocados en su nuevo lugar, todo
perfecto mientras se asentaban durante 7-10 días. Y vuelta a empezar con otra
funda. Hasta la trece. Todavía me acuerdo de ella, de la madre que la parió, y
de las lágrimas de dolor al quitármelas mientras pensaba que los dientes se me
quedaban dentro de la funda. El resto de fundas tuvo sus altibajos pero no me
provocaron tanto sufrimiento.
La primera tanda de fundas iba funcionando hasta que uno de
los dientes dijo que no se movía. Que su sitio era su sitio y que ahí estaba
bien. Y eso obligó a replantearse el programa, que implicaba tomar nuevos moldes,
volverme otra vez del revés en otro gran espectáculo para la plantilla de la
clínica, y mandarlos al fabricante tras la nueva programación. Esta vez no
tardaron dos semanas en venir, sino dos meses. Otras 15 fundas. El tiempo se
iba alargando, pero ya me dijo el dentista que esto no son matemáticas, sino
medicina, que por lo visto se parece más a la física porque el tiempo calculado
es relativo y se alarga.
No iba mal la cosa pero la mordida no acababa de encajar, lo
que implicaba un nuevo replanteo del programa. Y a sufrir otra vez. Moldes,
arcadas, espectáculo, y a esperar. Esta vez no recuerdo el tiempo que tardaron
en llegar. Y, sorpresa, vinieron con gomas para enganchar de una mandíbula a
otra haciendo un poco más engorroso el uso del sistema. Para el picoteo, a toda
la parafernalia ya comentada, había que añadir el quitar y poner gomas (no te
olvides un par de repuestos en casa por si se rompen, o se caen al suelo en el proceso).
Y se acabó. 4 años de proceso, 96 juegos de fundas usadas. No son los
dientes de una modelo pero por lo menos han quedado ordenados para que sea
fácil sustituirlos si en el futuro se produce una ausencia, que era el
objetivo.
96 juegos de fundas. |
Última y primera funda. Véase la diferencia de colocación de los dientes. |
Última y primera funda vistas desde arriba. Además de colocar los dientes se modifica la estructura ósea |
Durante el proceso me fui haciendo fotos al final de cada
funda para ir viendo la evolución y lo dejé cuando empecé con los refinamientos
porque ya no se apreciaban excesivas diferencias. Hice fotos con la boca abierta, con los
dientes cerrados y desde la vertical para ver cómo se ha modificado el arco
dental. Todas esas fotos se las he dado a mi hijo que me las ha juntado en un
pequeño vídeo donde se puede ver la evolución de 4 años en 6 segundos. El
material que le he proporcionado no es bueno (con fotos que no coinciden en
encuadre o en ángulo y con un cambio de móvil en medio del proceso que mejora la calidad de las últimas fotos) así que ha hecho lo que ha podido. Ahí os los
dejo.
Antes Después |
Antes Después |