Las excusas que oímos de los conductores cuando procedemos a
denunciar una infracción de tráfico son de lo más variopinto y, generalmente,
suelen ser absurdas, rebatibles o, simplemente, estúpidas y, casi siempre,
mentira. Pero en ocasiones no son simples excusas, sino justificaciones
sinceras y reales y hay que tenerlas en cuenta, como veremos seguidamente.
En nuestro tiempo de bocadillo, cuando nos contamos las
batallitas presentes y pasadas para echar unas risas al estilo Abuelo Cebolleta,
nuestro compañero Manolo nos suele recordar un caso que le ocurrió cuando
llevaba unas pocas semanas en el oficio y le habían encargado la vigilancia del
tráfico de la zona centro, que suele ser la más conflictiva. Al volver una
esquina en una calle muy transitada, se encontró con un vehículo parado en uno
de los carriles ocasionando la consiguiente retención de tráfico. Manolo,
convenientemente aleccionado por los veteranos, inició una “aproximación
táctica” que consiste en acercarse con paso lento al coche, de modo que el
conductor tenga tiempo de observar nuestra presencia por el retrovisor y pueda
escapar del lugar, consiguiendo él evitar la denuncia y nosotros el tener que
escribir o discutir. Pero hete aquí que el coche no se movió y a Manolo no le
quedó más remedio que, poco a poco, llegar hasta allí y entablar diálogo con el
conductor, diálogo que, más o menos, se desarrolló del siguiente modo según nos
cuenta:
- Buenos días, señor. No puede pararse aquí, que hay mucho
tráfico y lo está interrumpiendo.
- Buenos días, agente. Ya sé que estoy mal, pero estoy
esperando a mi esposa, que ha entrado en una tienda.
- Pues aquí no puede estar, así que es mejor que la espere
en otro lugar o me veré obligado a denunciarle.
- Mire agente: mi esposa me ha dicho que la espere aquí y yo de aquí no me muevo.
- En ese caso no me deja otra alternativa.
- Haga lo que crea conveniente pero yo de aquí no me muevo
hasta que venga mi mujer, que Vd. no la conoce. Si me tiene que
denunciar, hágalo, que prefiero una denuncia a que mi mujer se ponga como una
fiera conmigo por no estar aquí cuando salga. No sabe Vd. el genio que tiene.
Pago lo que sea pero yo, de aquí, no me voy hasta que llegue mi mujer.
Manolo, de risa fácil, tras la sorpresa inicial no pudo evitar
sonreír ante la justificación rotunda, sincera y temerosa que estaba oyendo. El
conductor, al ver la reacción de Manolo prosiguió con su discurso:
- No se ría, señor agente, que veo que es Vd. muy joven y
seguro que no está casado todavía ¿verdad?
- Pues no, todavía no.
- Pues ya se casará, ya; y entonces entenderá lo que le
estoy diciendo y verá cómo si su mujer le dice que no se mueva, Vd. no se mueve
ni un milímetro por la cuenta que le tiene. Así que si me tiene que denunciar,
hágalo, que es su obligación y no se lo reprocho, y así, mientras tanto, a lo
mejor llega mi mujer y tiene Vd. el “placer”
de conocerla.
Manolo, hombre cabal como pocos, pensó que bastante carga
tenía aquel conductor con su mujer, y que la denuncia iba a ser un argumento más
de castigo cuando le contara que lo habían denunciado por esperarla. Así que
guardó el talonario y se despidió del conductor con una sonrisa:
- Procure que esto no se repita en muchas ocasiones, y que
tenga Vd. un buen día, si es posible.
- Entonces, ¿no me va a denunciar?
- No. La denuncia es para evitar que pare aquí en más
ocasiones y, en este caso, no va a ser efectiva porque no depende de Vd. A
quien tendría que denunciar es a su esposa, pero ella no conduce. Váyase
tranquilo que ya tiene bastante castigo.
Y Manolo, con la conciencia tranquila y la sonrisa en la
boca, se dirigió al inicio de la calle a regular el tráfico para intentar que
la retención fuera la menor posible, y no quiso volver a mirar atrás.